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LIBRO I(A)

Dichoso el hombre
    que no sigue el consejo de los malvados,
    ni se detiene en la senda de los pecadores
    ni cultiva la amistad de los blasfemos,
sino que en la ley del Señor se deleita,
    y día y noche medita en ella.
Es como el árbol
    plantado a la orilla de un río
que, cuando llega su tiempo, da fruto
    y sus hojas jamás se marchitan.
    ¡Todo cuanto hace prospera!

En cambio, los malvados
    son como paja arrastrada por el viento.
Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio,
    ni los pecadores en la asamblea de los justos.

Porque el Señor cuida el camino de los justos,
    mas la senda de los malos lleva a la perdición.

¿Por qué se sublevan las naciones,
    y en vano conspiran los pueblos?
Los reyes de la tierra se rebelan;
    los gobernantes se confabulan contra el Señor
    y contra su ungido.
Y dicen: «¡Hagamos pedazos sus cadenas!
    ¡Librémonos de su yugo!»

El rey de los cielos se ríe;
    el Señor se burla de ellos.
En su enojo los reprende,
    en su furor los intimida y dice:
«He establecido a mi rey
    sobre Sión, mi santo monte».

Yo proclamaré el decreto del Señor:
    «Tú eres mi hijo», me ha dicho;
    «hoy mismo te he engendrado.
Pídeme,
    y como herencia te entregaré las naciones;
    ¡tuyos serán los confines de la tierra!
Gobernarás a las naciones con puño[a] de hierro;
    las harás pedazos como a vasijas de barro».

10 Vosotros, los reyes, sed prudentes;
    dejaos enseñar, gobernantes de la tierra.
11 Servid al Señor con temor;
    con temblor rendidle alabanza.
12 Besadle los pies,[b] no sea que se enoje
    y seáis destruidos en el camino,
    pues su ira se inflama de repente.

¡Dichosos los que en él buscan refugio!

Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.

Muchos son, Señor, mis enemigos;
    muchos son los que se oponen a mí,
y muchos los que de mí aseguran:
    «Dios no lo salvará». Selah

Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo;
    tú eres mi gloria;
    ¡tú mantienes en alto mi cabeza!
Clamo al Señor a gritos,
    y desde su monte santo él me responde. Selah

Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar,
    porque el Señor me sostiene.
No me asustan los numerosos pueblos
    que me acosan por doquier.

¡Levántate, Señor!
    ¡Ponme a salvo, Dios mío!
¡Rómpeles la quijada a mis enemigos!
    ¡Rómpeles los dientes a los malvados!

Tuya es, Señor, la salvación;
    ¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de David.

Responde a mi clamor,
    Dios mío y defensor mío.
Dame alivio cuando esté angustiado,
    apiádate de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, señores,
    ¿hasta cuándo cambiaréis mi gloria en vergüenza?
¿Hasta cuándo amaréis ídolos vanos
    e iréis en pos de lo ilusorio? Selah

Sabed que el Señor honra al que le es fiel;
    el Señor me escucha cuando lo llamo.

Si os enojáis, no pequéis;
    en la quietud del descanso nocturno
    examinaos el corazón. Selah
Ofreced sacrificios de justicia
    y confiad en el Señor.

Muchos son los que dicen:
    «¿Quién puede mostrarnos algún bien?»
¡Haz, Señor, que sobre nosotros
    brille la luz de tu rostro!

Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,
    alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.
En paz me acuesto y me duermo,
    porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.

Al director musical. Acompáñese con flautas. Salmo de David.

Atiende, Señor, a mis palabras;
    toma en cuenta mis gemidos.
Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío,
    porque a ti elevo mi plegaria.
Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor;
    por la mañana te presento mis ruegos,
    y quedo esperando tu respuesta.

Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo;
    a tu lado no tienen cabida los malvados.
No hay lugar en tu presencia para los altivos,
    pues aborreces a todos los malhechores.
Tú destruyes a los mentirosos
    y aborreces a los tramposos y asesinos.

Pero yo, por tu gran amor
    puedo entrar en tu casa;
puedo postrarme reverente
    hacia tu santo templo.

Señor, por causa de mis enemigos,
    dirígeme en tu justicia;
    endereza delante de mí tu senda.

En sus palabras no hay sinceridad;
    en su interior solo hay corrupción.
Su garganta es un sepulcro abierto;
    con su lengua profieren engaños.

10 ¡Condénalos, oh Dios!
    ¡Que caigan por sus propias intrigas!
¡Recházalos por la multitud de sus crímenes,
    porque se han rebelado contra ti!

11 Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio;
    ¡que canten siempre jubilosos!
Extiéndeles tu protección, y que en ti se regocijen
    todos los que aman tu nombre.
12 Porque tú, Señor, bendices a los justos;
    cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Sobre la octava.[c] Salmo de David.

No me reprendas, Señor, en tu ira;
    no me castigues en tu furor.
Ten compasión de mí, Señor, porque desfallezco;
    sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos.
Angustiada está mi alma;
    ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?

Vuélvete, Señor, y sálvame la vida;
    por tu gran amor, ¡ponme a salvo!
En la muerte nadie te recuerda;
    en el sepulcro, ¿quién te alabará?

Cansado estoy de sollozar;
    toda la noche inundo de lágrimas mi cama,
    ¡mi lecho empapo con mi llanto!
Desfallecen mis ojos a causa del dolor;
    desfallecen por culpa de mis enemigos.

¡Apartaos de mí, todos los malhechores,
    que el Señor ha escuchado mi llanto!
El Señor ha escuchado mis ruegos;
    el Señor ha tenido en cuenta mi oración.
10 Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos;
    ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!

Sigaiónde David, que elevó al Señor acerca de Cus el benjaminita.

¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio!
    ¡Líbrame de todos mis perseguidores!
De lo contrario, me devorarán como leones;
    me despedazarán, y no habrá quien me libre.

Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho?
    ¿qué mal he cometido?
Si he hecho daño a mi amigo,
    si he despojado sin razón al que me oprime,
entonces que mi enemigo me persiga y me alcance;
    que me haga morder el polvo
    y arrastre mi honra por los suelos. Selah

¡Levántate, Señor, en tu ira;
    enfréntate al furor de mis enemigos!
¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia!
Que en torno a ti se reúnan los pueblos;
    reina[d] sobre ellos desde lo alto.
¡El Señor juzgará a los pueblos!

Júzgame, Señor, conforme a mi justicia;
    págame conforme a mi inocencia.
Dios justo, que examinas mente y corazón,
    acaba con la maldad de los malvados
    y mantén firme al que es justo.

10 Mi escudo está en Dios,
    que salva a los de corazón recto.
11 Dios es un juez justo,
    un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo.
12 Si el malvado no se arrepiente,
    Dios afilará la espada y tensará el arco;
13 ya ha preparado sus mortíferas armas;
    ya tiene listas sus llameantes flechas.

14 Mirad al preñado de maldad:
    concibió iniquidad y parirá mentira.
15 Cavó una fosa y la ahondó,
    y en esa misma fosa caerá.
16 Su iniquidad se volverá contra él;
    su violencia recaerá sobre su cabeza.

17 ¡Alabaré al Señor por su justicia!
    ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar».[e] Salmo de David.

Oh Señor, Soberano nuestro,
    ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!
    ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!

A causa de tus adversarios
    has hecho que brote la alabanza[f]
de labios de los chiquillos y de los niños de pecho,
    para silenciar al enemigo y al rebelde.

Cuando contemplo tus cielos,
    obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste,
me pregunto:
    «¿Qué es el hombre, para que pienses en él?
    ¿Qué es el ser humano,[g] para que lo tengas en cuenta?»
Pues lo hiciste poco menos que Dios,[h]
    y lo coronaste de gloria y de honra;
lo entronizaste sobre la obra de tus manos,
    ¡todo lo sometiste a su dominio!
Todas las ovejas, todos los bueyes,
    todos los animales del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
    y todo lo que surca los senderos del mar.

Oh Señor, Soberano nuestro,
    ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

Al director musical. Sígase la tonada de «La muerte del hijo». Salmo de David.

Álef

Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
    y contar todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
    y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

Bet

Mis enemigos retroceden;
    tropiezan y perecen ante ti.
Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado;
    tú, juez justo, ocupas tu trono.

Guímel

Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados;
    ¡para siempre borraste su memoria!
Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo;
    arrancaste de raíz sus ciudades,
    y hasta su recuerdo se ha desvanecido.

He

Pero el Señor reina por siempre;
    para emitir juicio ha establecido su trono.
Juzgará al mundo con justicia;
    gobernará a los pueblos con equidad.

Vav

El Señor es refugio de los oprimidos;
    es su baluarte en momentos de angustia.

10 En ti confían los que conocen tu nombre,
    porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.

Zayin

11 Cantad salmos al Señor, el rey de Sión;
    proclamad sus proezas entre las naciones.
12 El vengador de los inocentes[i] se acuerda de ellos;
    no pasa por alto el clamor de los afligidos.

Jet

13 Ten compasión de mí, Señor;
    mira cómo me afligen los que me odian.
Sácame de las puertas de la muerte,
14     para que en las puertas de Jerusalén[j]
    proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.

Tet

15 Han caído los paganos
    en la fosa que han cavado;
sus pies quedaron atrapados
    en la red que ellos mismos escondieron.

16 Al Señor se le conoce porque imparte justicia;
    el malvado cae en la trampa que él mismo tendió. Higaión. Selah

Yod

17 Bajan al sepulcro los malvados,
    todos los paganos que de Dios se olvidan.

Caf

18 Pero el necesitado no será olvidado para siempre,
    ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.

19 ¡Levántate, Señor!
    No dejes que el hombre prevalezca;
    ¡haz que las naciones comparezcan ante ti!
20 Infúndeles terror, Señor;
    ¡que los pueblos sepan que son simples mortales! Selah

Lámed

10 ¿Por qué, Señor, te mantienes distante?
    ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?
Con arrogancia persigue el malvado al indefenso,
    pero se enredará en sus propias artimañas.
El malvado hace alarde de su propia codicia;
    alaba al ambicioso y menosprecia al Señor.
El malvado va con la cabeza levantada,
    y no da lugar a Dios en sus pensamientos.
Todas sus empresas son siempre exitosas;
    tan altos y alejados de él están tus juicios
    que se burla de todos sus enemigos.
Y se dice a sí mismo: «Nada me hará caer.
    Siempre seré feliz. Nunca tendré problemas».

Pe

Llena está su boca de maldiciones,
    de mentiras y amenazas;
    bajo su lengua esconde maldad y violencia.
Se pone al acecho en las aldeas,
    se esconde en espera de sus víctimas,
    y asesina a mansalva al inocente.

Ayin

Cual león en su guarida se agazapa,
    listo para atrapar al indefenso;
    le cae encima y lo arrastra en su red.
10 Bajo el peso de su poder,
    sus víctimas caen por tierra.
11 Se dice a sí mismo: «Dios se ha olvidado.
    Se cubre el rostro. Nunca ve nada».

Qof

12 ¡Levántate, Señor!
    ¡Levanta, oh Dios, tu brazo!
    ¡No te olvides de los indefensos!
13 ¿Por qué te ha de menospreciar el malvado?
    ¿Por qué ha de pensar que no le pedirás cuentas?

Resh

14 Pero tú ves la opresión y la violencia,
    las tomas en cuenta y te harás cargo de ellas.
Las víctimas confían en ti;
    tú eres la ayuda de los huérfanos.

Shin

15 ¡Rómpeles el brazo al malvado y al impío!
    ¡Pídeles cuentas de su maldad,
    y haz que desaparezcan por completo!

16 El Señor es rey eterno;
    los paganos serán borrados de su tierra.

Tav

17 Tú, Señor, escuchas la petición de los indefensos,
    les infundes aliento y atiendes su clamor.
18 Tú defiendes al huérfano y al oprimido,
    para que el hombre, hecho de tierra,
    no siga ya sembrando el terror.

Al director musical. Salmo de David.

11 En el Señor hallo refugio.
    ¿Cómo, pues, os atrevéis a decirme:
    «Huye al monte, como las aves»?
Ved cómo tensan sus arcos los malvados:
    preparan las flechas sobre la cuerda
    para disparar desde las sombras
    contra los rectos de corazón.
Cuando los fundamentos son destruidos,
    ¿qué le queda al justo?

El Señor está en su santo templo,
    en los cielos tiene el Señor su trono,
y atentamente observa al ser humano;
    con sus propios ojos lo examina.
El Señor examina a justos y a malvados,
    y aborrece a los que aman la violencia.
Hará llover sobre los malvados
    ardientes brasas y candente azufre;
    ¡un viento abrasador será su suerte!

Justo es el Señor, y ama la justicia;
    por eso los íntegros contemplarán su rostro.

Al director musical. Sobre la octava.[k] Salmo de David.

12 Sálvanos, Señor, que ya no hay gente fiel;
    ya no queda gente sincera en este mundo.
No hacen sino mentirse unos a otros;
    sus labios lisonjeros hablan con doblez.

El Señor cortará todo labio lisonjero
    y toda lengua jactanciosa
que dice: «Venceremos con la lengua;
    en nuestros labios confiamos.
    ¿Quién puede dominarnos?»

Dice el Señor: «Voy ahora a levantarme,
    y pondré a salvo a los oprimidos,
pues al pobre se le oprime,
    y el necesitado se queja».

Las palabras del Señor son puras,
    son como la plata refinada,
    siete veces purificada en el crisol.

Tú, Señor, nos protegerás;
    tú siempre nos defenderás de esta gente,
aun cuando los malvados sigan merodeando,
    y la maldad sea exaltada en este mundo.

Al director musical. Salmo de David.

13 ¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?
    ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar angustiado
    y he de sufrir cada día en mi corazón?
¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?

Señor y Dios mío,
    mírame y respóndeme;
    ilumina mis ojos.
Así no caeré en el sueño de la muerte;
    así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»;
    así mi adversario no se alegrará de mi caída.

Pero yo confío en tu gran amor;
    mi corazón se alegra en tu salvación.
Canto salmos al Señor.
    ¡El Señor ha sido bueno conmigo!

(B)Al director musical. Salmo de David.

14 Dice el necio en su corazón:
    «No hay Dios».
Están corrompidos, sus obras son detestables;
    ¡no hay uno solo que haga lo bueno!

Desde el cielo, el Señor contempla a los mortales,
    para ver si hay alguien
    que sea sensato y busque a Dios.
Pero todos se han descarriado,
    a una se han corrompido.
No hay nadie que haga lo bueno;
    ¡no hay uno solo!

¿Acaso no tienen entendimiento todos los que hacen lo malo,
    los que devoran a mi pueblo como si fuera pan?
    ¡Jamás invocan al Señor!
Allí los tenéis, sobrecogidos de miedo,
    pero Dios está con los que son justos.

Vosotros frustráis los planes de los pobres,
    pero el Señor los protege.

¡Quiera Dios que de Sión
    venga la salvación de Israel!
Cuando el Señor restaure a su pueblo,[l]
    ¡Jacob se regocijará, Israel se alegrará!

Salmo de David.

15 ¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario?
    ¿Quién puede vivir en tu santo monte?
Solo el de conducta intachable,
    que practica la justicia
    y de corazón dice la verdad;
que no calumnia con la lengua,
    que no le hace mal a su prójimo
    ni le acarrea desgracias a su vecino;
que desprecia al que Dios reprueba,
    pero honra al que teme al Señor;
que cumple lo prometido
    aunque salga perjudicado;
que presta dinero sin ánimo de lucro,
    y no acepta sobornos que afecten al inocente.

El que así actúa no caerá jamás.

Mictamde David.

16 Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.

Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
    Fuera de ti, no poseo bien alguno».
En cuanto a los santos que están en la tierra,
    son los gloriosos en quienes está toda mi delicia.[m]
Aumentarán los dolores
    de los que corren tras ellos.
¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones,
    ni con mis labios pronunciaré sus nombres!

Tú, Señor, eres mi porción y mi copa;
    eres tú quien ha afirmado mi suerte.
Bellos lugares me han tocado en gracia;
    ¡preciosa herencia me ha correspondido!

Bendeciré al Señor, que me aconseja;
    aun de noche me reprende mi conciencia.
Siempre tengo presente al Señor;
    con él a mi derecha, nada me hará caer.

Por eso mi corazón se alegra,
    y se regocijan mis entrañas;[n]
    todo mi ser se llena de confianza.
10 No dejarás que mi vida termine en el sepulcro;
    no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel.
11 Me has dado a conocer la senda de la vida;
    me llenarás de alegría en tu presencia,
    y de dicha eterna a tu derecha.

Oración de David.

17 Señor, oye mi justo ruego;
    escucha mi clamor;
presta oído a mi oración,
    pues no sale de labios engañosos.
Sé tú mi defensor,
    pues tus ojos ven lo que es justo.

Tú escudriñas mi corazón,
    tú me examinas por las noches;
¡ponme, pues, a prueba,
    que no hallarás en mí maldad alguna!

¡No pasarán por mis labios
    palabras como las de otra gente,
    pues yo cumplo con tu palabra!
Del camino de la violencia
    he apartado mis pasos;
    mis pies están firmes en tus sendas.

A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes;
    inclina a mí tu oído, y escucha mi oración.
Tú, que salvas con tu diestra
    a los que buscan escapar de sus adversarios,
    dame una muestra de tu gran amor.
Cuídame como a la niña de tus ojos;
    escóndeme, bajo la sombra de tus alas,
de los malvados que me atacan,
    de los enemigos que me han cercado.
10 Han cerrado su insensible corazón,
    y profieren insolencias con su boca.
11 Vigilan de cerca mis pasos,
    prestos a derribarme.
12 Parecen leones ávidos de presa,
    leones que yacen al acecho.

13 ¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos!
    ¡Derrótalos!
    ¡Con tu espada rescátame de los malvados!
14 ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales
    que no tienen más herencia que esta vida!

Con tus tesoros les has llenado el vientre,
    sus hijos han tenido abundancia,
    y hasta ha sobrado para sus descendientes.
15 Pero yo en justicia contemplaré tu rostro;
    me bastará con verte cuando despierte.

(C)Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:

18 ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!

El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
    es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,[o]
    ¡mi más alto escondite!
Invoco al Señor, que es digno de alabanza,
    y quedo a salvo de mis enemigos.

Los lazos de la muerte me envolvieron;
    los torrentes destructores me abrumaron.
Me enredaron los lazos del sepulcro,
    y me encontré ante las trampas de la muerte.
En mi angustia invoqué al Señor;
    clamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
    ¡mi clamor llegó a sus oídos!

La tierra tembló, se estremeció;
    se sacudieron los cimientos de los montes;
    ¡retemblaron a causa de su enojo!
Por la nariz echaba humo,
    por la boca, fuego consumidor;
    ¡lanzaba carbones encendidos!

Rasgando el cielo, descendió,
    pisando sobre oscuros nubarrones.
10 Montando sobre un querubín, surcó los cielos
    y se remontó sobre las alas del viento.
11 Hizo de las tinieblas su escondite,
    de los oscuros y cargados nubarrones
    un pabellón que lo rodeaba.
12 De su radiante presencia brotaron nubes,
    granizos y carbones encendidos.

13 En el cielo, entre granizos y carbones encendidos,
    se oyó el trueno del Señor,
    resonó la voz del Altísimo.
14 Lanzó sus flechas, sus grandes centellas;
    dispersó a mis enemigos y los puso en fuga.
15 A causa de tu reprensión, oh Señor,
    y por el resoplido de tu enojo,[p]
las cuencas del mar quedaron a la vista;
    ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

16 Extendiendo su mano desde lo alto,
    tomó la mía y me sacó del mar profundo.
17 Me libró de mi enemigo poderoso,
    y de aquellos que me odiaban
    y eran más fuertes que yo.
18 En el día de mi desgracia me salieron al encuentro,
    pero mi apoyo fue el Señor.
19 Me sacó a un amplio espacio;
    me libró porque se agradó de mí.

20 El Señor me ha pagado conforme a mi justicia;
    me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos,
21 pues he andado en los caminos del Señor;
    no he cometido mal alguno
    ni me he apartado de mi Dios.
22 Presentes tengo todas sus sentencias;
    no me he alejado de sus decretos.
23 He sido íntegro con él
    y me he abstenido de pecar.
24 El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
    conforme a la limpieza de mis manos.

25 Tú eres fiel con quien es fiel,
    e irreprochable con quien es irreprochable;
26 sincero eres con quien es sincero,
    pero sagaz con el que es tramposo.
27 Tú das la victoria a los humildes,
    pero humillas a los altaneros.
28 Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida;
    tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas.
29 Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;
    contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.

30 El camino de Dios es perfecto;
    la palabra del Señor es intachable.
    Escudo es Dios a los que en él se refugian.
31 ¿Quién es Dios, si no el Señor?
    ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?
32 Es él quien me arma de valor
    y endereza mi camino;
33 da a mis pies la ligereza del venado,
    y me mantiene firme en las alturas;
34 adiestra mis manos para la batalla,
    y mis brazos para tensar arcos de bronce.
35 Tú me cubres con el escudo de tu salvación,
    y con tu diestra me sostienes;
    tu bondad me ha hecho prosperar.
36 Me has despejado el camino,
    así que mis tobillos no flaquean.

37 Perseguí a mis enemigos, les di alcance,
    y no retrocedí hasta verlos aniquilados.
38 Los aplasté. Ya no pudieron levantarse.
    ¡Cayeron debajo de mis pies!
39 Tú me armaste de valor para el combate;
    bajo mi planta sometiste a los rebeldes.
40 Hiciste retroceder a mis enemigos,
    y así exterminé a los que me odiaban.
41 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara.
    Al Señor clamaron,[q] pero no les respondió.
42 Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento.
    ¡Los pisoteé[r] como al lodo de las calles!

43 Me has librado de una turba amotinada;
    me has puesto por encima de los paganos;
    me sirve gente que yo no conocía.
44 Apenas me oyen, me obedecen;
    son extranjeros, y me rinden homenaje.
45 ¡Esos extraños se descorazonan,
    y temblando salen de sus refugios!
46 ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca!
    ¡Exaltado sea Dios mi Salvador!
47 Él es el Dios que me vindica,
    el que pone los pueblos a mis pies.

48 Tú me libras del furor de mis enemigos,
    me exaltas por encima de mis adversarios,
    me salvas de los hombres violentos.
49 Por eso, Señor, te alabo entre las naciones
    y canto salmos a tu nombre.

50 El Señor da grandes victorias a su rey;
    a su ungido David y a sus descendientes
    les muestra por siempre su gran amor.

Al director musical. Salmo de David.

19 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento proclama la obra de sus manos.
Un día cuenta al otro la noticia,
    una noche a la otra comparte su saber.
Sin palabras, sin lenguaje,
    sin una voz perceptible,
por toda la tierra resuena su eco,
    ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!

Dios ha dispuesto en los cielos
    un lugar para el sol.
Y este, como novio que sale de la alcoba nupcial,
    se apresta, cual atleta, a recorrer el camino.
Sale de un extremo de los cielos
    y, en su recorrido, llega al otro extremo,
    sin que nada se libre de su calor.

La ley del Señor es perfecta:
    infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
    da sabiduría al sencillo.
Los preceptos del Señor son rectos:
    traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es claro:
    da luz a los ojos.
El temor del Señor es puro:
    permanece para siempre.
Las sentencias del Señor son verdaderas:
    todas ellas son justas.
10 Son más deseables que el oro,
    más que mucho oro refinado;
son más dulces que la miel,
    la miel que destila del panal.
11 Por ellas queda advertido tu siervo;
    quien las obedece recibe una gran recompensa.

12 ¿Quién está consciente de sus propios errores?
    ¡Perdóname aquellos de los que no soy consciente!
13 Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas;
    no permitas que tales pecados me dominen.
Así estaré libre de culpa
    y de multiplicar mis pecados.

14 Sean, pues, aceptables ante ti
    mis palabras y mis pensamientos,
    oh Señor, roca mía y redentor mío.

Al director musical. Salmo de David.

20 Que el Señor te responda cuando estés angustiado;
    que el nombre del Dios de Jacob te proteja.
Que te envíe ayuda desde el santuario;
    que desde Sión te dé su apoyo.
Que se acuerde de todas tus ofrendas;
    que acepte tus holocaustos. Selah

Que te conceda lo que tu corazón desea;
    que haga que se cumplan todos tus planes.
Nosotros celebraremos tu victoria,
    y en el nombre de nuestro Dios
    desplegaremos las banderas.
¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!

Ahora sé que el Señor salvará a su ungido,
    que le responderá desde su santo cielo
    y con su poder le dará grandes victorias.
Estos confían en sus carros de guerra,
    aquellos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre
    del Señor nuestro Dios.

Footnotes

  1. 2:9 puño. Lit. cetro.
  2. 2:12 Besadle los pies. Texto de difícil traducción.
  3. 6 Tít. Sobre la octava. Lit. Sobre sheminit.
  4. 7:7 reina (lectura probable); vuélvete (TM).
  5. 8 Tít. Sígase … lagar. Lit. Según la gittith.
  6. 8:2 has hecho que brote la alabanza. Lit. fundaste la fortaleza.
  7. 8:4 ser humano. Lit. hijo de hombre.
  8. 8:5 Dios. Alt. los ángeles o los seres celestiales.
  9. 9:12 vengador de los inocentes. Lit. vengador de sangres.
  10. 9:14 Jerusalén. Lit. la hija de Sión.
  11. 12 Tít. Sobre la octava. Lit. Sobre sheminit.
  12. 14:7 restaure a su pueblo. Alt. haga que su pueblo vuelva del cautiverio.
  13. 16:3 En cuanto … mi delicia. Alt. Poderosos son los sacerdotes pagano del país, según todos sus seguidores.
  14. 16:9 mis entrañas. Lit. mi gloria.
  15. 18:2 el poder que me salva. Lit. el cuerno de mi salvación.
  16. 18:15 por … tu enojo. Lit. por el soplo del aliento de tu nariz.
  17. 18:41 Al Señor clamaron (versiones antiguas); TM no incluye clamaron.
  18. 18:42 Los pisoteé (LXX, Siríaca, Targum, mss. y 2S 22:43); Los vacié (TM).