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El hombre que medía Jerusalén

Volví a levantar la vista, y vi delante de mí a un hombre con una cinta de medir en la mano. Le pregunté a dónde iba, y me dijo: «Voy a medir la ciudad de Jerusalén. Quiero saber cuánto mide de largo y cuánto de ancho».

Ese hombre era un ángel, y ya estaba por irse; pero otro ángel vino a su encuentro

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