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Cuando llegue ese día, un solo Dios reinará en toda la tierra. ¡Ese Dios es nuestro Dios! 10-11 De norte a sur, todo el país se volverá una llanura. Sólo la ciudad de Jerusalén permanecerá en su monte, y todo en ella seguirá siendo igual, tanto en el Portón de Benjamín como en el Portón de la Esquina, lo mismo en la torre de Hananel que en las bodegas del rey. Sus habitantes vivirán tranquilos, porque nadie volverá a destruirla.

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