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Llamamiento a los cautivos

Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella.

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El hombre con el cordel de medir

Alcé la vista y vi ante mí un hombre que tenía en la mano un cordel de medir. Le pregunté: «¿A dónde vas?». Y él me respondió: «Voy a medir a Jerusalén. Quiero ver cuánto mide de ancho y cuánto de largo».

Ya salía el ángel que hablaba conmigo, cuando otro ángel vino a su encuentro y le dijo: «Corre, dile a ese joven: “Tanta gente y ganado habrá en Jerusalén, que llegará a ser una ciudad sin muros.

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