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El ángel se da a conocer

12 Cuando terminó la fiesta de bodas, Tobit llamó a su hijo y le dijo:

—Tobías, ya es tiempo de pagarle a tu amigo el salario acordado. Págale ahora, y dale algo más.

Tobías le respondió:

—Padre, ¿qué salario sería justo? Aun si le diera la mitad de todas las cosas que traje, yo no saldría perdiendo. Él me trajo sano y salvo, sanó a mi esposa, me ayudó a traer la plata, y también te sanó a ti. ¡No hay dinero en el mundo con qué pagarle todos esos favores!

—Hijo mío —contestó Tobit—, por lo menos dale la mitad de todo lo que trajiste.

Entonces Tobías llamó al ángel y le dijo:

—Te has ganado la mitad de todo lo que traje. Ya puedes irte en paz.

El ángel llevó a Tobías y a su padre a un lugar aparte, y les dijo en secreto:

—Alaben a Dios y cuenten a todos lo que él ha hecho por ustedes. Alábenlo y canten himnos en su honor. No se cansen de darle gracias a Dios. 7-11 Si bien los secretos de un rey no deben contársele a nadie, lo que Dios ha hecho con ustedes deben contárselo a todo el mundo.

»Hagan el bien y no les pasará nada malo. Es mejor orar con sinceridad, ser justo y generoso, que conseguir riquezas siendo injusto con los demás. Es mejor compartir con el pobre lo que uno tiene, que amontonar riquezas. Si ustedes dan dinero al necesitado, Dios los librará de la muerte, les perdonará sus pecados, y les dará una larga vida. Pero la gente injusta y que no obedece a Dios pone en peligro su propia vida.

»Ahora les voy a contar la verdad. 12 Cuando Sara y Tobit oraron, yo llevé sus oraciones ante la presencia del Dios todopoderoso. Le conté a Dios que tú, Tobit, no soportabas ver los cadáveres de tus compatriotas tirados en la calle, sino que los levantabas y los enterrabas. 13 Por eso, el día que no dudaste en levantarte de la mesa y dejar tu comida para enterrar a un muerto, Dios me envió para averiguar si tú realmente le eras fiel. 14 Entonces Dios me envió a sanarte, y también me envió a sanar a tu nuera.

15 »Mi verdadero nombre es Rafael, y soy uno de los siete ángeles que sirven al Dios todopoderoso y siempre están en su presencia.

16 Al oír esto, Tobías y Tobit comenzaron a temblar y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. 17 Pero el ángel les dijo:

—¡Tranquilos! ¡No tengan miedo! Al contrario, alaben a Dios en todo momento. 18 Yo no vine por mi propia cuenta; fue Dios quien me envió. Por eso, alábenlo siempre y canten himnos en su honor. 19 Aunque ustedes me han visto comer y beber, en realidad no lo hacía; sólo fingía hacerlo, pues soy un ángel.

20 »Alaben al Dios de la tierra, y denle gracias. Ahora regreso a donde está Dios. Pero ustedes, pongan por escrito todo lo que les ha pasado.

Mientras el ángel subía al cielo, 21 Tobit y su hijo lo seguían con la mirada. Finalmente lo perdieron de vista. 22 En ese momento comenzaron a alabar a Dios y a cantarle himnos. Le dieron gracias por permitirles ver algo tan maravilloso: ¡habían visto a un ángel de Dios!