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La preocupación de los padres de Tobías

10 Tobit había calculado cuánto tardaría su hijo en ir y volver de Ragues. Cuando vio que su hijo tardaba más de lo esperado, dijo: «¿Habrá tenido algún problema? ¿O será que Gabael murió y no hay quien le entregue la plata a mi hijo?» Y empezó a preocuparse.

4-5 Por su parte, Ana, la madre de Tobías, lloraba, y con mucha tristeza decía:

—¡Mi hijo ha muerto y no regresará! ¡Ay, hijo mío!, ¿por qué te dejé ir, si eras la luz de mis ojos?

Tobit trataba de consolarla, y le decía:

—¡Cálmate, querida, no te preocupes ni te pongas triste! Seguro que Tobías está sano y salvo, y pronto regresará. Algo lo habrá obligado a demorarse. Además, el hombre que lo acompaña es pariente nuestro, y podemos confiar en él.

Pero ella le contestó:

—No trates de engañarme. ¡Nuestro hijo está muerto! ¡Cállate y vete de aquí!

Ella no le hacía caso a nadie. Todos los días se levantaba y se quedaba mirando el camino por donde volvería su hijo. Cuando anochecía, entraba en la casa, se quejaba y lloraba toda la noche, sin poder dormir.

La despedida de Tobías

Cuando pasaron las dos semanas de la fiesta de bodas, Tobías le dijo a Ragüel:

—Querido suegro, gracias por la fiesta de bodas. Pero tú sabes en qué situación dejé a mis padres; por eso te ruego que me dejes regresar a mi casa. Ellos deben estar muy preocupados, pensando que ya no volverán a verme.

Pero Ragüel le contestó:

—Hijo mío, quédate conmigo. Yo enviaré un mensajero a tus padres, para que les diga que estás bien.

Sin embargo, Tobías insistió:

—¡No, no! ¡Por favor, déjame regresar a casa de mi padre!

10 Al ver que ya no podía convencerlo, Ragüel decidió darle permiso de marcharse junto con Sara. También le dio la mitad de todas sus riquezas: sirvientes y sirvientas, vacas, toros, ovejas, burros y camellos, así como ropa, utensilios y dinero. 11 Luego, al despedirse de ellos le dijo a Tobías:

«Adiós, hijo mío. Que tengas un buen viaje. Que el Dios del cielo los guíe a ti y a tu esposa por buen camino. Espero que Dios me permita ser abuelo antes de morir».

12 A Sara le dijo:

«Que tengas buen viaje, hija mía. Cuando llegues a casa de tus suegros, ellos serán tus padres, al igual que nosotros. Ojalá que mientras yo viva, sólo tenga buenas noticias de ti».

Luego Ragüel se despidió de ellos con un abrazo. 13 Edna, por su parte, le dijo a Tobías:

«Hijo mío, que Dios te acompañe y que vuelvas con bien a tu casa. Espero que Dios me permita ser abuela antes de morir. Él es testigo de que pongo a mi hija bajo tu cuidado; nunca la hagas sufrir. Ve en paz, hijo mío, que de ahora en adelante yo seré para ti como una madre, y mi hija será para ti como una hermana. ¡Ojalá pudiéramos vivir todos juntos!»

Enseguida Edna se despidió con un beso. 14 Tobías, por su parte, les dijo a sus suegros: «¡Espero que mientras yo viva, pueda darles a ustedes el honor que se merecen!»

Tobías salió de la casa de Ragüel sano y salvo. Iba feliz porque Dios, creador del cielo y de la tierra, y rey de toda la creación, le había dado un buen viaje. Por eso lo alabó y le pidió que bendijera a sus suegros.