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Nuestros enemigos más audaces fueron saqueados
    y yacen ante nosotros en el sueño de la muerte.
    No hay guerrero que pueda levantarse contra nosotros.
A la ráfaga de tu aliento, oh Dios de Jacob,
    sus caballos y carros de guerra quedan inmóviles.

¡Con razón eres tan temido!
    ¿Quién puede quedar en pie ante ti cuando estalla tu ira?

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