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10 pues se ve que aun los sabios mueren;
que perecen del mismo modo que el insensato y el necio,
y dejan a otros sus riquezas.
11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,
y sus habitaciones para generación y generación.
¡Dan sus nombres a sus tierras!
12 Pero el hombre no gozará de honores para siempre.
¡Es semejante a las bestias que perecen!

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