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Serán derribados en lugares peñascosos sus jueces,

Y oirán mis palabras, que son suaves.

Como quien hiende y rompe la tierra,

Son esparcidos nuestros huesos á la boca de la sepultura.

Por tanto á ti, oh Jehová Señor, miran mis ojos:

En ti he confiado, no desampares mi alma.

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