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Hay que amar la justicia y confiar en Dios

Ustedes,
gobernantes de la tierra,
practiquen la justicia;
y busquen a Dios con sinceridad
para que lleguen a conocerlo.

2-3 Sólo encuentran a Dios
los que confían en él;
los que lo ponen a prueba
sólo encuentran confusión.
Dios se da a conocer
a los que en él confían;
pero rechaza por completo
a los que piensan en la maldad.

La sabiduría no está
donde viven los corruptos.
Ella no vive en medio del pecado.
El espíritu de Dios nos da sabiduría,
nos enseña a odiar la mentira
y los malos pensamientos.
¡La sabiduría que Dios nos da
no vive en medio de la injusticia!

Dios nos conoce

La sabiduría es nuestra amiga,
pero no perdona al que habla mal de Dios.
Dios conoce nuestros deseos
y nuestros pensamientos,
y hasta escucha
todas nuestras conversaciones.
Su espíritu está presente en todas partes,
todo lo sostiene y mantiene unido,
y escucha todas las palabras.
Por eso, los malvados no podrán esconderse
ni escaparán al castigo de Dios.

Dios examina el pensamiento de los malos;
Dios oye todo lo que ellos dicen.
Los malvados no pueden esconderse de Dios.
10 Dios escucha con atención
hasta lo que se dice en voz baja.
11 Por eso, apártense del chisme
y de las malas palabras.
Hasta la palabra más inocente
puede causar grandes desgracias;
las mentiras acaban con la gente.

Dios nos creó para la vida

12 No hagan lo malo,
ni desobedezcan a Dios,
pues de lo contrario
les caerá la desgracia
y los alcanzará la muerte.
13 Dios nos creó,
pero no para la muerte;
a él no le gusta destruir a la gente.
14 Él creó todo lo que existe,
y todo lo que hay en el mundo
es saludable y no provoca la muerte.
La muerte no gobierna este mundo,
15 y la justicia dura para siempre.

Así piensan los malvados

16 Los malos coquetean con la muerte;
la consideran su amiga
y la buscan con todas sus fuerzas.
Se han puesto de acuerdo con ella,
y son el uno para el otro.