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Las palabras de los malvados son como emboscadas para derramar sangre,
pero a los rectos los libra su propia boca.
Dios trastorna a los malvados y dejan de existir,
pero la casa de los justos permanece firme.
Por su sabiduría es alabado el hombre,
pero el perverso de corazón es menospreciado.

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