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La reina de Nínive es capturada, y luego es conducida cautiva con todas sus damas que lloran tras ella; gimotean como si fueran palomas asustadas y se golpean el pecho. Nínive es como un viejo estanque roto que no puede retener el agua. Sus soldados huyen y la dejan abandonada. Ella no los puede retener. «¡Deténganse, esperen!», les grita, pero ellos siguen huyendo a toda prisa.

¡Se les roba la plata! ¡Se les roba el oro! Sus tesoros son inmensos, sus riquezas y sus joyas son incontables, pero les están saqueando todo.

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