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27 Y le contaron a Moisés, y le dijeron: «Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel(A), y este es el fruto de ella(B). 28 Solo que es fuerte el pueblo que habita en la tierra(C), y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los descendientes de Anac(D). 29 Amalec habita en la tierra del Neguev(E), y los hititas, los jebuseos y los amorreos habitan en la región montañosa(F), y los cananeos(G) habitan junto al mar y a la ribera del Jordán».

30 Entonces Caleb calmó al pueblo delante de Moisés, y dijo: «Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos». 31 Pero los hombres que habían subido con él dijeron: «No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros(H)». 32 Y dieron un mal informe a los israelitas de la tierra que habían reconocido(I), diciendo: «La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes(J), y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura(K). 33 Vimos allí también a los gigantes(L) (los hijos de Anac(M) son parte de la raza de los gigantes); y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos».

El pueblo se rebela

14 Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche. Todos los israelitas murmuraron(N) contra Moisés y Aarón, y toda la congregación les dijo: «¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto(O)! ¿Por qué nos trae el Señor a esta tierra para caer a espada(P)? Nuestras mujeres y nuestros hijos van a caer cautivos(Q). ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto?». Y se decían unos a otros: «Nombremos un jefe y volvamos a Egipto(R)».