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Las mujeres, llenas de espanto y alegría a la vez, corrieron a buscar a los discípulos para darles el mensaje del ángel. Mientras corrían, Jesús les salió al encuentro.

―¡Buenos días! —les dijo.

Ellas cayeron sobre sus rodillas y, abrazándole los pies, lo adoraron.

10 ―No teman —les dijo Jesús—. Digan a mis hermanos que salgan en seguida hacia Galilea, y allí me hallarán.

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