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“Porque nadie nos ha contratado”, contestaron. Les dijo: “Id también vosotros a trabajar en mi viñedo”.

»Al atardecer, el dueño del viñedo ordenó a su capataz: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados hasta llegar a los primeros”. Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.

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