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«Yo os ruego que digáis a todos los de Siquem: “¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre?” Acordaos que yo soy hueso vuestro y carne vuestra.»

Hablaron por él los hermanos de su madre a todos los de Siquem todas estas palabras, y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: «Nuestro hermano es.»

Además le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos que lo siguieran.

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