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Al ver a Jesús, los jefes de los sacerdotes y sus esbirros comenzaron a gritar:

— ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

Pilato insistió:

— Tómenlo ustedes y crucifíquenlo; yo no encuentro delito alguno en él.

Los judíos replicaron:

— Nosotros tenemos una ley, y según ella debe morir, porque ha querido hacerse pasar por Hijo de Dios.

Al oír esto, Pilato sintió aún más temor.

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