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Intervención final de Job

42 Job respondió al Señor:

Reconozco que todo lo puedes,
que ningún proyecto se te resiste.
[Dijiste:]
“¿Quién es ese que confunde mis designios
pronunciando tales desatinos?”.
Sí, hablé de cosas que no sabía,
de maravillas que superan mi comprensión.
[Dijiste:]
“Escucha y déjame hablar;
te preguntaré y tú me instruirás”.
Te conocía sólo de oídas,
pero ahora te han visto mis ojos;
por eso, me retracto y me arrepiento,
tumbado en el polvo y la ceniza.

V.— Epílogo (42,7-17)

Cuando el Señor terminó de decir esto a Job, se dirigió a Elifaz de Temán:

— Estoy enfadado contigo y con tus dos compañeros, porque no han hablado de mí como hay que hablar, al contrario de como lo ha hecho mi siervo Job. Así que tomen siete novillos y siete carneros, vayan donde está mi siervo Job y ofrézcanlos por ustedes en holocausto. Mi siervo Job intercederá por ustedes, yo le haré caso y no los trataré como merece su audacia, por no haber hablado de mí como hay que hablar, al contrario de como lo ha hecho mi siervo Job.

Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat hicieron lo que el Señor ordenó, y el Señor mostró su favor a Job.

10 Cuando Job intercedió en favor de sus compañeros, el Señor cambió su suerte y duplicó todas sus posesiones. 11 Vinieron a visitarlo sus hermanos y hermanas, junto con viejos conocidos; comieron con él en su casa, se lamentaron y lo consolaron de la desgracia que el Señor le había enviado. Cada uno le regaló una suma de dinero y un anillo de oro.

12 El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio. Se hizo con catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas. 13 Tuvo siete hijos y tres hijas: 14 la primera se llamaba Paloma; la segunda, Acacia; y la tercera, Azabache. 15 No había en toda la comarca mujeres más hermosas que las hijas de Job. Su padre las hizo herederas, igual que a sus hermanos.

16 Job vivió ciento cuarenta años más y conoció a sus hijos, a sus nietos y a sus biznietos. 17 Murió anciano tras una larga vida.