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Tus palabras te condenan, no yo;
    lo que tú mismo dices habla en tu contra.

»¿Crees que fuiste el primer ser humano?
    ¿Acaso naciste antes que las montañas?
¿Has escuchado las reuniones del consejo de Dios?
    ¿Crees que eres el único que puede ser sabio?

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