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Mas ¡ah, quién diera que Dios hablara,
que abriera para ti sus labios
y te declarara los secretos de la sabiduría,
que son de doble valor que las riquezas!
Sabrías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.

»¿Descubrirás tú los secretos de Dios?
¿Llegarás a la perfección del Todopoderoso?

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