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22 Pero llegó el momento en que Dios ya no aguantó más. Y no aguantó, por la forma en que ustedes actuaban y por las cosas asquerosas que hacían. Por eso su país se convirtió en un desierto horrible, en un montón de ruinas donde nadie vive. La ciudad es un ejemplo de maldición para todos sus vecinos. ¡Y esto es así, hasta el momento de escribir esto! 23 Ustedes pecaron contra Dios al adorar a otros dioses, y al no querer obedecer ninguno de sus mandamientos. Por eso ahora tienen que sufrir tan terrible desastre.

24 Luego me dirigí al pueblo, sobre todo a las mujeres, y añadí:

—Ustedes, gente de Judá que vive en Egipto, escuchen bien lo que Dios les dice:

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