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»Mira hacia las colinas desiertas,
y dime dónde no has adorado dioses extraños.
Te sientas junto a los caminos,
y te ofreces como prostituta
a todos los que pasan.
Con tu infidelidad
has llenado de maldad el país.
Por eso no llegan las lluvias,
ni caen aguaceros en la primavera.
No tienes vergüenza;
eres peor que una prostituta.
Hasta hace poco me decías
que me querías como a un esposo,
que yo era el novio de tu juventud.

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