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25 No andes corriendo con los pies descalzos,
    ni dejes que se te reseque la garganta.
Pero tú dices: “¡Ni modo, no hay remedio!
    Me gustan los extraños y me iré tras ellos”.

26 »Así como un ladrón se avergüenza
    cuando lo atrapan,
así se avergonzarán la nación de Israel,
    sus reyes y sus líderes,
    junto con sus sacerdotes y profetas.
27 Es que a un árbol le dicen:
    “Tú eres mi padre”;
y a una piedra le dicen:
    “Tú eres mi madre”.
Me dieron la espalda,
    no me dan la cara;
pero cuando estaban sufriendo me dijeron:
    “Levántate y sálvanos”.

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