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Ustedes perderán la heredad que les entregué, y los haré esclavos de sus enemigos en un país que no conocían, porque han encendido el fuego de mi enojo, y en ascuas se mantendrá siempre.»

Así ha dicho el Señor:

«Maldito el hombre que confía en otro hombre; que finca su fuerza en un ser humano, y aparta de mí su corazón. Ese hombre será como la retama en el desierto: Cuando el bien llegue, no lo verá; al contrario, vivirá en los sequedales del desierto, en lugares completamente despoblados.

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