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22 Quizá digas en tu corazón:
“¿Por qué me ha sobrevenido esto?”
¡Por la enormidad de tu maldad
fueron alzadas tus faldas,
fueron desnudados tus calcañares!
23 ¿Podrá cambiar el etíope su piel
y el leopardo sus manchas?
Así también,
¿podréis vosotros hacer el bien,
estando habituados a hacer lo malo?
24 Por tanto, yo los esparciré al viento del desierto,
como tamo que pasa.

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