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El extranjero que se una al SEÑOR no debe decir:
    «A lo mejor el SEÑOR me separará de su pueblo».
Y tampoco el eunuco debe decir:
    «Soy un árbol seco».
Porque el SEÑOR dice:
«A los eunucos que respeten mis días de descanso,
    decidan cumplir mi voluntad
    y obedecer mi pacto,
les daré en mi templo
    y dentro de mis murallas un monumento a su memoria,
    lo cual es mejor que hijos e hijas.
Les daré un nombre eterno,
    que no será olvidado.

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