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18 Pero ese dolor no produjo nada.
No le dimos a nuestro país
la alegría de la victoria
ni tampoco la alegría
de tener muchos hijos.
19 Pero somos tu pueblo,
y aunque estemos destruidos,
volveremos a vivir.
Tú llenarás de vida y alegría
a esta nación sin vida.

20 »¡Vamos, pueblo mío,
entra ya en tu ciudad!
Cierra los portones y espera
a que Dios calme su enojo.

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