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Por tanto mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer de parto: agobiéme oyendo, y al ver heme espantado.

Pasmóse mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo se me tornó en espanto.

Pon la mesa, mira del atalaya, come, bebe: levantaos, príncipes, ungid el escudo.

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