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Atacabas al pueblo con incesantes golpes de furia
    y dominabas a las naciones dentro de tu poder sofocante
    con una tiranía implacable.
Sin embargo, finalmente la tierra está en reposo y tranquila.
    ¡Ahora puede volver a cantar!
Hasta los árboles del bosque
    —los cipreses y los cedros del Líbano—
    cantan esta alegre canción:
“¡Dado que te talaron,
    nadie vendrá ahora para talarnos a nosotros!”.

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