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que castigaba a las naciones con ira
y las golpeaba sin parar,
que aplastaba a los pueblos con furor
y los perseguía sin compasión.
Toda la tierra está en paz y tranquila,
y grita de alegría.
Hasta los pinos y los cedros del Líbano
se alegran de tu ruina
y dicen: “Desde que tú caíste,
nadie ha vuelto a cortarnos.”

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