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¡Ay del país pecador,
del pueblo abrumado por la culpa:
raza de canallas, prole degenerada!
Han abandonado al Señor,
despreciaron al Santo de Israel,
le han dado la espalda.
¿Dónde seguir golpeándoos,
rebeldes recalcitrantes?
La cabeza es pura llaga,
todo enfermo el corazón;
de los pies a la cabeza
nada sano queda en él:
contusiones, cicatrices,
heridas sin restañar,
sin limpiar y sin vendar,
sin suavizar con aceite.

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