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22 Ahora voy a Jerusalén, llevado por el Espíritu, pero no sé lo que allá me espera, 23 a no ser lo que el Espíritu Santo me ha confirmado en todas las ciudades, de que me esperan cárceles y tribulaciones. 24 Pero eso a mí no me preocupa, pues no considero mi vida de mucho valor, con tal de que pueda terminar con gozo mi carrera(A) y el ministerio que el Señor Jesús me encomendó, de hablar del evangelio y de la gracia de Dios.

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