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35 Hasta que el secretario de la ciudad consiguió calmar a la muchedumbre y se expresó así:

— Efesios, nadie desconoce que a la ciudad de Éfeso le ha sido encomendada la custodia del templo de la gran Artemisa y de su imagen venida del cielo. 36 Como esto es innegable, conviene que os apacigüéis antes de cometer cualquier barbaridad. 37 Estos hombres que habéis traído, ni son sacrílegos ni han insultado a nuestra diosa.

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