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Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándose sobre su cuello, lo abrazó y besó; los dos lloraron. Después Esaú levantó sus ojos, vio a las mujeres y los niños y dijo:

—¿Quiénes son éstos?

—Son los niños que Dios ha dado a tu siervo —dijo Jacob.

Luego vinieron las siervas y sus hijos, y se inclinaron.

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