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Esaú corrió a su encuentro, lo abrazó, se echó sobre su cuello y lo besó. Y lloraron. Alzó sus ojos, vio a las mujeres y a los niños y preguntó:

—¿Quiénes son estos para ti?

Y él respondió:

—Son los hijos que Dios, en su gracia, ha dado a tu siervo.

Entonces se acercaron las siervas y sus hijos, y se postraron.

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