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La ley de Cristo. La ayuda mutua

Hermanos, si alguno incurre en falta, vosotros, los animados por el Espíritu, corregidlo con amabilidad. Y manteneos todos sobre aviso, porque nadie está libre de ser puesto a prueba. Ayudaos mutuamente a soportar las dificultades, y así cumpliréis la ley de Cristo. Si alguno se figura ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. Que cada uno examine su propia conducta y sea la suya, sin compararla con la del prójimo, la que le proporcione motivos de satisfacción, pues cada uno debe llevar su propia carga. Por su parte, el que recibe instrucción en la fe, debe compartir todos sus bienes con el que lo instruye. No os hagáis ilusiones: de Dios no se burla nadie. Lo que cada uno haya sembrado, eso cosechará. Quien siembre para satisfacer sus apetitos desordenados, de ellos cosechará frutos de muerte; mas quien siembre para agradar al Espíritu, el Espíritu le dará una cosecha de vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien ya que, si no desfallecemos, a su tiempo recogeremos la cosecha. 10 En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos, y especialmente a los hermanos en la fe.

Conclusión (6,11-18)

Advertencias finales

11 Mirad con qué letras tan grandes os escribo; son de mi propio puño y letra. 12 Quienes os fuerzan a circuncidaros, lo hacen para quedar bien ante los demás y no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo. 13 Porque lo que es la ley, ni los mismos circuncidados la observan. Si quieren que os circuncidéis, es sólo para presumir de haberos obligado a pasar por ese rito. 14 Por mi parte, si de algo presumo, es de nuestro Señor Jesucristo crucificado; en su cruz, el mundo ha muerto para mí y yo para el mundo. 15 ¡Qué más da estar circuncidados o no estarlo! Lo que importa es ser nuevas criaturas.

Despedida

16 Paz y misericordia a cuantos se ajusten a esta norma, y al Israel de Dios. 17 ¡Y a ver si en adelante no me ocasionáis más preocupaciones! Bastante tengo con llevar impresas en mi cuerpo las marcas de Jesús. 18 Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros, hermanos. Amén.