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¡Te lo aseguro!, dice el Señor Dios, ¡ya que pareces disfrutar tanto de la sangre, te daré tu propio baño de sangre! ¡Tu turno ha llegado! Yo arruinaré completamente al pueblo del monte Seír, eliminando a todos los que tratan de escapar y a aquellos que vuelven para esconderse. Yo llenaré tus montañas con los muertos. Tus colinas, tus valles y tus ríos estarán llenos de aquellos que la espada haya eliminado.

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