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En aquellos días, cuando el rey Asuero se había sentado en su trono real que estaba en Susa, la capital, en el tercer año de su reinado, hizo un banquete para todos sus magistrados y servidores. Los jefes del ejército de Persia y de Media, los nobles y los magistrados de las provincias estaban ante él, mientras les mostraba por muchos días (ciento ochenta días) la gloriosa riqueza de su reino y el costoso esplendor de su grandeza.

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