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Pero Zorobabel, Jesúa y los otros jefes de familia de Israel respondieron:

—No, ustedes no tienen nada que ver con nosotros. Ustedes no pueden ayudarnos porque de acuerdo a lo que ordenó Ciro, el rey de Persia, sólo nosotros podemos construir el templo del SEÑOR, el Dios de Israel.

Entonces, esa gente se enojó y comenzó a intimidar y a desanimar a los judíos para que no continuaran con la construcción del templo. Sobornaron a empleados del gobierno para que trabajaran en contra de los judíos e hicieran lo posible para detener los planes de la construcción del templo. Esta oposición siguió durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia hasta que Darío se convirtió en el nuevo rey.

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