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Oración pidiendo ayuda

36 ¡Dios de la creación, sálvanos!
Mira la maldad de las naciones
y haz que tiemblen de miedo.
Levanta el puño contra ellas,
¡déjalas sentir tu poder!

Tú nos castigaste
para mostrarles que eres justo.
Ahora, castiga a esas naciones
y demuéstrales tu grandeza.
Así ellas sabrán, como nosotros,
que no hay otro Dios igual que tú.
¡Déjanos ver tus maravillas!
¡Danos muestras de tu gran poder!

¡Da rienda suelta a tu enojo
y destruye por completo al enemigo!
¡Haz que pronto llegue la hora
de que todos conozcan tu grandeza!
¡Destruye con tu enojo
a los que oprimen a tu pueblo!
¡Destruye a los que traten de escapar!
¡Destruye también a sus jefes,
que se creen muy poderosos!

10 Vuelve a reunir a tu pueblo,
como lo hiciste en el pasado.
11 Somos el pueblo de Israel;
somos tu pueblo elegido.
Ten compasión de nosotros,
pues somos tus hijos preferidos.

12 ¡Ten compasión de Jerusalén,
la santa ciudad donde habitas!
13 ¡Llena de esplendor
tu templo en el monte de Sión!
14 Fue lo primero que creaste;
demuéstranos que harás cumplir
lo que antes se anunció en tu nombre.
15 Danos pruebas de que recompensarás
a todos los que en ti confían;
demuestra que dijeron la verdad
los que hablaron en tu nombre.
16 Por el amor que nos tienes,
¡escucha nuestras oraciones!
17 ¡Que todo el mundo sepa
que tú eres el Dios del universo!

El valor de la experiencia

18 Aunque cualquier comida es buena,
algunas son mejores que otras.
19 El paladar reconoce los sabores,
y la mente reconoce las mentiras.
20 Los que sólo piensan hacer el mal
son causa de muchas desgracias,
pero quien tiene experiencia
sabe cómo devolverles su maldad.

La buena esposa

21-22 No hay nada más agradable
que ver una mujer hermosa.
Con alguna de ellas habrás de casarte,
pero unas son más bellas que otras.
23 Cuando la esposa habla con dulzura,
el esposo no se cambia por nadie.
24 Casarse con una buena mujer
es tener un buen comienzo;
¡es como encontrar un tesoro!
Una esposa así es de gran ayuda;
¡es un punto de apoyo!
25 Sin esposa, el hombre está perdido;
es como un huerto sin protección.
26 Nadie confía en un ladrón
que va de una ciudad a otra,
27 ni tampoco en el hombre sin casa,
que duerme donde lo alcanza la noche.