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Mi amor metió su mano en la rendija
y se me estremecieron las entrañas.
Me levanté para abrirle a mi amor:
mis manos goteaban mirra
y mis dedos mirra líquida
sobre el cerrojo de la puerta.
Yo misma abrí a mi amor
y mi amor se había marchado.
¡El alma se me fue con sus palabras!
Lo busqué y no lo hallé,
lo llamé y no respondió.

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