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Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono colocado en el cielo y a alguien sentado en él. El que estaba sentado fulguraba como lustroso diamante o reluciente rubí. Alrededor del trono había un arco iris brillante como la esmeralda, y veinticuatro tronos ocupados por veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con coronas de oro.

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