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Ellos derramaron la sangre de tu pueblo santo y de tus profetas.
    Ahora les diste sangre para que bebieran.
    Eso es lo que merecen».

Oí también que el altar decía:

«Sí, Señor, Dios Todopoderoso,
    tus juicios son correctos y justos».

Después, el cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y el sol recibió el poder de quemar a la gente con fuego.

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