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porque ellos derramaron la sangre
de tu pueblo santo
y de los profetas,
y ahora tú les has dado a beber sangre.
¡Se lo han merecido!»

Oí también que el del altar decía: «Sí, oh Señor, Dios todopoderoso, tú has juzgado con verdad y rectitud.»

El cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y se le dio al sol poder para quemar con fuego a la gente.

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