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Oí que el ángel de las aguas decía:

«Justo eres tú, el Santo,
    que eres y que eras,
    porque juzgas así:
ellos derramaron la sangre de santos y de profetas,
    y tú les has dado a beber sangre, como se merecen».

Oí también que el altar respondía:

«Así es, Señor Dios Todopoderoso,
    verdaderos y justos son tus juicios».

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