Add parallel Print Page Options

Vi también una especie de mar, mezcla de fuego y cristal, en cuya orilla, de pie, estaban los vencedores de la bestia, de su imagen y de su nombre cifrado. Acompañándose de arpas celestiales, cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:

— Maravillas sin cuento has realizado,
Señor Dios, dueño de todo;
recto y fiel es tu proceder,
rey de las naciones.
¿Cómo no temerte, Señor?
¿Cómo no engrandecerte?
Sólo tú eres santo.
Todas las naciones
vendrán a postrarse ante ti,
porque tus designios de salvación
se han hecho manifiestos.

Read full chapter