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Absalón le aseguraba:

—Lo que pides es muy justo, pero el rey no tiene a nadie que atienda estos asuntos. Si yo gobernara este país, los atendería y les haría justicia.

Además, a los que se acercaban a saludarlo y se inclinaban ante él, Absalón los levantaba, los abrazaba y los besaba.

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