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Pero el Señor envió contra Joacín tropas de caldeos, sirios, moabitas y amonitas, para que destruyeran a Judá, en cumplimiento de la palabra del Señor anunciada por medio de sus siervos los profetas. Esto le sucedió a Judá por mandato del Señor, para borrarla de su presencia por causa de los pecados de Manasés y por todo lo que él hizo, y por la sangre inocente que derramó. Como, en efecto, llenó a Jerusalén de sangre inocente, el Señor no quiso perdonar.

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