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Tenía Uzías dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolías, y era de Jerusalén. Y Uzías hizo lo recto a los ojos del Señor, tal y como lo había hecho Amasías, su padre. Mientras vivió Zacarías, que era un hombre entendido en visiones de Dios, Uzías no dejó de buscar a Dios; y mientras lo buscó, el Señor le dio prosperidad.

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16 Pero cuando se hizo fuerte, su corazón se enalteció, y eso fue su ruina, porque se rebeló contra el Señor su Dios y hasta entró en el templo del Señor para quemar incienso en el altar del incienso. 17 Pero el sacerdote Azarías entró tras él, acompañado de ochenta valientes sacerdotes del Señor, 18 y se opusieron al rey Uzías. Le dijeron:

«Uzías, el quemar incienso al Señor no te corresponde a ti, sino sólo a los sacerdotes descendientes de Aarón, que han sido consagrados para quemarlo.(A) Sal ahora del santuario, porque has pecado, y delante del Señor Dios eso no te es nada honroso.»

19 Uzías, que tenía en la mano un incensario, se llenó de ira; y fue tanta su ira contra los sacerdotes que, allí en el templo del Señor, delante de los sacerdotes y junto al altar del incienso, le brotó lepra en la frente. 20 Al ver el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, que Uzías tenía lepra en la frente, rápidamente hicieron que abandonara el lugar; y como el Señor lo había herido, hasta él mismo se dio prisa en salir. 21 Y así, el rey Uzías fue excluido del templo del Señor y se quedó leproso hasta el día de su muerte. Vivió como leproso en una casa apartada, y su hijo Yotán quedó a cargo del palacio real y del gobierno del pueblo.

22 Los demás hechos de Uzías, primeros y últimos, los escribió el profeta Isaías hijo de Amoz. 23 Finalmente, Uzías descansó entre sus antepasados,(B) y lo sepultaron en el campo de los sepulcros reales porque dijeron: «Es un leproso.» Y en su lugar reinó Yotán, su hijo.

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