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Saúl destruye a la familia de Ajimélec

Mientras estaba sentado a la sombra de un árbol en la colina de Guibeá, Saúl se enteró de que su ejército había oído de David y sus hombres. Con su lanza en la mano se dirigió a los oficiales que estaban a su alrededor:

—¡Escuchen bien, hombres de Benjamín! ¿Creen que el hijo de Isaí les dará campos y viñedos? ¿Creen que un hombre de Judá les dará ascensos y los hará oficiales de centenares y miles de hombres? ¡Ustedes están conspirando contra mí! Han hecho planes en secreto. Ninguno de ustedes me advirtió sobre mi hijo Jonatán ni que había hecho un pacto con el hijo de Isaí. Nadie cuida mis intereses. Ninguno me dijo que mi propio hijo anima a David a esconderse y atacarme. Eso es lo que está pasando ahora.

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